En los últimos tiempos, cada vez más personas con relaciones no monógamas llegan a consulta. Las relaciones no monógamas no son algo nuevo, es algo que ha existido siempre, pero en los últimos años han ido teniendo cada vez más visibilidad. Más en concreto, desde la publicación en español de los libros Ética Promiscua y Opening Up, que son las principales guías que se suelen leer para iniciarse en estos temas. Cada vez hay más interés también por parte de medios de comunicación y también hay mucha divulgación sobre el tema en redes sociales. A casi todo el mundo le suena la palabra poliamor. Es genial que cada vez más gente se anime a tener relaciones que sientan más acordes con su forma de entender el mundo, y que las personas que ya tenían relaciones no monógamas se animen a ser más visibles, si es lo que desean. También las personas que se dedican al acompañamiento a nivel profesional están más familiarizadas con la no monogamia, e incluso hay gente que se especializa en ello. De esta forma, las personas en relaciones no monógamas pueden acudir a consulta sin el miedo de ser juzgadas y con la seguridad de que serán acogidas.
Cada vez suenan más nombres y etiquetas como poliamor, pareja abierta, swinger o anarquía relacional. Pero al ser la monogamia el modelo hegemónico en el que nos educan, cuando queremos relacionarnos desde otros prismas, nos damos cuenta de que no tenemos un guion preestablecido, como pasa con la monogamia. En las relaciones monógamas, dos personas se conocen, empiezan a salir, hacen “formal” la relación, habitualmente conviven en algún momento, conocen a la familia de la otra persona, a veces se casan, se compran una casa si pueden, se tienen hijos si se quiere (y si se puede)… todo esto es lo que se conoce como la escalera mecánica de las relaciones. Una vez nos subimos, los escalones van subiendo solos uno tras otro. Más o menos sabemos los códigos y lo que se espera a grandes rasgos, con sus más y sus menos. Pero en las relaciones no monógamas no existen esos guiones sociales que nos dicen el siguiente paso a seguir, y cuando nos iniciamos en este tipo de relaciones, muchas veces nos vemos sin herramientas para gestionar la nueva situación. También puede pasar que llevemos años teniendo relaciones no monógamas y se nos haga bola, como le puede pasar a cualquier pareja monógama, solo que es posible que la temática del conflicto cambie, aunque a veces ni siquiera eso. Las dificultades en las relaciones monógamas y no monógamas pueden parecerse en ocasiones más de lo que podríamos pensar y a cualquier pareja puede venirle bien en un momento dado acompañamiento profesional.
Los casos más habituales en consulta suelen ser parejas previamente monógamas que están en proceso de abrir la relación y están encontrando dificultades. En estos casos, es habitual que los acuerdos de la relación estén difusos o incluso que ni se haya hablado de ellos. Pero no vale con decir “ahora tenemos una relación abierta” y que cada cual haga lo que vaya viendo, porque esto suele dar lugar a dificultades. Es una forma posible de hacer las cosas, pero suele pasar que luego hay que ir poniendo los acuerdos a posteriori en función de qué cosas van doliendo. La otra forma de hacerlo es poner acuerdos y hablarlo de antemano, e ir retirando los acuerdos que se vayan quedando obsoletos. Porque las relaciones evolucionan y lo que necesitamos en un momento dado puede ir transformándose en otras cosas. En esta misma situación pueden encontrarse personas que se acaben de conocer y quieran tener un modelo relacional no monógamo pero que no sepan muy bien por dónde tirar.
La gestión de la comunicación es otro de los grandes temas. Y en este tipo de relaciones en especial será importante la metacomunicación. Es decir, comunicar sobre la comunicación en sí: cuándo nos contamos las cosas, de qué manera, cuánto queremos saber de lo que hace nuestra pareja con otras personas, etc. El tema de la comunicación también es común en personas que lleven más tiempo en no monogamias, junto con la gestión del tiempo y el calendario. Y estas cuestiones más organizativas pueden derivar a su vez en celos. La gestión de los celos y las inseguridades son otra temática central dentro de las relaciones no monógamas. Ir en contra de lo que hemos estado viviendo desde siempre a nuestro alrededor, en la sociedad, en las pelis que vemos, etc., nos hace tener que revisarnos, mirarnos hacia adentro y eso puede ser duro. A su vez, muchas veces tenemos que convivir con sentimientos de culpa muy arraigados al salirnos de lo que nos llevan diciendo toda la vida que es aceptable dentro de una pareja. Y dentro de las relaciones no monógamas también existen rupturas de acuerdos, en los que habrá que reparar y restablecer la confianza, como también pasa en las relaciones monógamas.
En consulta, habrá que trabajar con la relación en toda su amplitud, desde su inicio, con las dinámicas establecidas, con los miedos individuales y conjuntos, con la comunicación. Puede que el número de personas en consulta varíe, es posible que acuda otro miembro de la relación. En cuanto a herramientas que se trabajan, muchas son comunes para cualquier tipo de relación y otras serán más específicas para relaciones no monógamas. Pero, en cualquier caso, el acompañamiento servirá para que las personas dentro de una relación puedan mirarse, ver lo que quieren y necesitan, entenderse y hacer equipo.