Para hablar de BDSM primero es interesante hablar de prácticas eróticas no normativas. Las prácticas no normativas o sexualidades alternativas son aquellas que se salen de lo que se entiende por “sexo convencional”: todo aquello que no sea penetración y estimulación de los genitales mediante masturbación o sexo oral. Históricamente las prácticas eróticas alternativas se han venido considerando perversiones, como se las llamaba a principios del siglo XX. Hoy en día reciben el nombre de parafilias en términos médicos, no sin cierta connotación negativa. Aclaremos que el hecho de sentir atracción o excitación por cosas o prácticas que se salen de lo que se entiende por habitual no tiene nada de malo per se. Se convierte en un problema cuando causan malestar significativo a una misma o a otras personas, si ese malestar no nos permite disfrutar de nuestra vida sexual de forma positiva o si interfiere en otras esferas de la vida diaria de la persona (a nivel social, familiar, laboral, etc.).
¿Qué engloban las prácticas sexuales no normativas o alternativas? Veamos algunos conceptos.
Kink: es un término paraguas que engloba las prácticas sexuales no normativas. Un ejemplo de esto podrían ser los fetichismos. El fetichismo es la atracción sexual hacia una parte del cuerpo que no se considera sexual o hacia objetos. Por ejemplo, el fetichismo de pies o el fetichismo de zapatos, aunque existen muchos más. Dentro del mundo kink existen infinidad de prácticas. Algunos ejemplos podrían ser los azotes, las cosquillas, el uso de determinadas vestimentas como el látex, la lluvia dorada y juegos con fluidos corporales, el pet play que consiste en simular ser un animal (gato, perro, caballo…), juegos de exhibicionismo en locales destinados a ello o en otros sitios, juegos de asfixia, juegos de roles, juegos de dominación y sumisión,… por mencionar algunas. De todas estas prácticas hay algunas que están relacionadas con el BDSM y otras que no.
BDSM. Recoge las prácticas en las que hay una cesión de poder por alguna de las partes implicadas, mientras que la otra parte ejerce dicho poder. Son las siglas de:
–Bondage. El bondage hace referencia a las prácticas que implican restricción del movimiento mediante cuerdas, esposas, cadenas, etc.
–Dominación y Disciplina. Juegos en los que la obtención de placer de alguna de las personas se da a través de dominar a otra u otras mediante órdenes.
–Sadismo. El placer se obtiene infringiendo dolor a otra persona. Todas estas prácticas y muy especialmente las que implican dolor son previamente consensuadas y deseadas por todas las partes.
–Sumisión. En la sumisión el placer se obtiene del hecho de obedecer a otra persona.
–Masoquismo. Placer en recibir dolor.
De esta forma, se podría decir que el kink incluye al BDSM además de otras prácticas alternativas, al ser un término paraguas más amplio. El BDSM haría referencia en concreto a las prácticas de cesión de poder.
Como decíamos antes, partimos de la base de que todas las personas implicadas desean ese tipo de prácticas. Desde las comunidades internacionales asociadas al BDSM se le da mucha importancia al SSC: que las prácticas sean Seguras, Sensatas y Consensuadas. Seguras en cuanto a tener ciertas nociones o bases sobre lo que estamos haciendo así como en cuanto a prevención de riesgos; entendiendo por Sensatas que todas las personas implicadas tengan plena capacidad de decisión, intentando evitar consumo de drogas, alcohol o cualquier sustancia que altere la diferenciación entre fantasía y realidad; y el Consenso tiene que ver con que todas las partes estén de acuerdo en qué prácticas se van a realizar, con qué intensidad y pudiendo parar la práctica en cualquier momento. El consenso es lo que diferencia y distancia el BDSM de situaciones de violencia no pactada como son los malos tratos o la violencia de género, ya que se da en un tiempo y situaciones específicas, con total poder por parte de la persona sumisa para pararlo todo en el momento que desee. Para todo esto es necesario tener conversaciones y fijar acuerdos de forma previa a los encuentros sobre qué cosas se van a hacer y cuáles son los límites. Existen además otros protocolos de seguridad diferentes al SSC, como el RACK o RACSA, PRIK o CCC. Cada persona elige qué es lo que mejor se puede ajustar a ella.
Con el fin de poder parar la práctica de forma inmediata en cualquier momento se suele establecer de forma previa lo que se conoce como la palabra de seguridad. La palabra de seguridad es una palabra acordada por ambas partes, corta, sonora y a veces descontextualizada (“stop” o “rojo”, por ejemplo) que sirve para detener la práctica que se esté realizando ante cualquier tipo de malestar.
El placer que se obtiene de estas prácticas puede ir asociado a algo genital pero no tiene por qué. Hay personas que encuentran placer sexual, por ejemplo, en azotar o ser azotadas sin que eso tenga por qué llevar a prácticas más genitales.
En resumen, las prácticas kink y BDSM son formas diversas de vivir la sexualidad, tan válidas como cualquier otra. No son trastornos ni algo problemático siempre y cuando se viva de forma positiva, sin dañarnos a nosotras mismas ni a otras personas y siempre que sea seguro y consensuado. Sentir atracción y realizar este tipo de prácticas no es ni mejor ni peor que otras sexualidades. Cada persona es un mundo y lo maravilloso de esto está en conocernos a nosotras mismas y nuestras peculiaridades y poder compartirlas con personas con gustos afines a los nuestros.
Bibliografía:
Poch, A. (2020). Lo normal es ser raro. Un paseo por el fetichismo, el BDSM y otras eróticas alternativas. Polonia.