Los celos. ¿Qué hacemos con ellos?

¿Cuántas veces hemos oído decir que los celos son un signo de amor? Esto forma parte de los mitos del amor romántico, que son creencias erróneamente generalizadas sobre cómo debería ser el amor en pareja. Entre estos mitos se encuentra también el de la media naranja, o el de que el amor todo lo puede. Desde este enfoque, si mi pareja siente celos es que me quiere y si no siente celos es que algo va mal. Por lo tanto, los celos se convierten en algo positivo o incluso deseable. Pero los celos no son un medidor de la cantidad de amor que hay en la pareja, sino un reflejo de las inseguridades de la persona que los siente. Y esas inseguridades suelen estar marcadas por las vivencias e historia vital de cada cual.

Los enfoques contrarios al amor romántico, por otra parte, han llegado a demonizar los celos. “Soy una pareja terrible por sentir celos, significa que desconfío de mi pareja”. Para muchas personas los celos también implican posesividad. Y por estos motivos a veces cuando sentimos celos, nos lo guardamos porque son un sentimiento “negativo” y no queremos que nuestra pareja nos vea así. Pero con esto suele pasar que se nos hace bola, porque, aunque nos lo callemos, los celos suelen seguir ahí, reconcomiéndonos.

Y la realidad es que ni una cosa ni la otra. Ni los celos son signo de amor ni tampoco son una emoción negativa que tengamos que evitar a toda costa.

Cambiemos “emociones negativas” por “emociones desagradables”. Porque las emociones en sí mismas no son negativas, aunque sí puedan generarnos cierta incomodidad. Todas las emociones tienen una función, vienen a decirnos algo sobre lo que nos pasa y cómo nos sentimos con determinadas situaciones. Nos dan información muy valiosa, con lo cual no hay que despreciarlas ni ignorarlas cuando aparecen. En el caso de los celos, vienen a decirnos cómo nos estamos sintiendo en nuestras relaciones, ya sean de pareja, de amistad o familiares.

Los celos son emociones complejas que suelen estar compuestas de otras emociones más básicas. Las tres emociones básicas más habituales en los celos son el miedo, la tristeza y el enfado. Podemos tener tendencia a unas u otras o sentir estas emociones en mayor o menor medida según la situación. Para mucha gente los celos tienen algo que ver también con la envidia y a veces se llegan a confundir. Analizar qué emociones sentimos en nuestros celos de forma predominante puede ayudarnos a ver de dónde vienen y por qué están ahí.

Los celos aparecen para avisarnos de que hay que mirar algo que no nos está haciendo sentir bien en nuestras relaciones. Aquí cabrían un par de preguntas. Primero, ¿mis celos tienen un motivo tangible? Si tengo una pareja monógama y sé que mi pareja tiene una relación paralela con otra persona y siento celos, aquí esta emoción me está avisando de que se están traspasando los límites y acuerdos de la relación. Esto es un ejemplo muy evidente, pero podemos sentir celos por muy diferentes motivos, más o menos lógicos o racionales. Sirve de poco intentar negarlos o evitarlos porque las emociones muchas veces surgen queramos o no. Lo que podemos hacer con ellas es preguntarnos de dónde vienen, por qué están aquí, qué información nos están dando.

Y, en segundo lugar, saber diferenciar si esta emoción me está diciendo algo que tiene que ver con lo que pasa en la realidad o si tiene que ver con inseguridades que yo tengo. Por ejemplo, me pongo nerviosa si mi pareja sale con amistades sin mí porque anteriormente tuve una pareja que me fue infiel una noche de fiesta. Que mi pareja anterior lo hiciera no significa que mi pareja actual lo vaya a hacer también. En esta situación puedo confiar mucho en mi nueva pareja y ser muy consciente de que no va a pasar nada y aun así surgir celos por aprendizaje de experiencias anteriores. Esto tiene que ver con lo que hay en mi cabeza, no tanto con lo que está pasando realmente. Aquí los celos nos están diciendo que tengamos cuidado para que no nos vuelva a pasar algo que nos dañe de nuevo. Pero en este caso no está siendo adaptativo porque estamos pasándolo mal a raíz de una situación anterior en una situación en la que actualmente no hay amenaza.

Trabajar los celos no es fácil, pero puede hacerse. Y el primer paso es reconocernos a nosotras mismas que esa emoción puede aparecer. Y que viene a contarnos cosas, así que es importante que la escuchemos para poder hacer algo con ello: hablar con nuestra pareja sobre los acuerdos de la relación, sobre cosas que nos están haciendo sentir inseguras o ver de dónde vienen nuestras inseguridades irracionales para poder desmontarlas.

Por tanto, no se trata de no sentir celos, sino de sentirlos, acogerlos, ver qué nos están queriendo decir y qué podemos hacer con todo ello para seguir conociéndonos a nosotras mismas y seguir creciendo en nuestras relaciones.

Bibliografía:

Labriola, K. (2020). El libro de los celos. Melusina.

¿Buscas un espacio seguro y libre de juicios para explorar tus emociones, relaciones o identidad?

En mi consulta online encontrarás el apoyo y la cercanía que necesitas para avanzar a tu ritmo.